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Las uvas y el Lazarillo

Y porque vea vuestra merced a cuanto se extendía el ingenio deste astuto ciego, contare un caso de muchos que con él me acaecieron, en el cual me parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica, aunqueno muy limosnera. Arrimabase a este refrán: "Mas da el duro que el desnudo." Y venimos a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteniamonos; donde no, a tercero díahacíamos Sant Juan.
Acaeció que llegando a un lugar que llaman Almorox, al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador ledio un racimo dellas en limosna, y como suelen ir los cestos maltratados y también porque la uva en aquel tiempo esta muy madura, desgranabasele el racimo en la mano; para echarlo en el fardel tornabase mosto,y lo que a él se llegaba. Acordó de hacer un banquete, ansí por no lo poder llevar como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentamonos en un valladar y dijo:

"Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y quehayas del tanta parte como yo. Partillo hemos desta manera:tú picaras una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez mas de una uva, yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño."




Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance; el traidor mudo de propósito ycomenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contente ir a la par con él, mas aun pasaba adelante: dos a dos, y tres a tres, y comopodía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano y meneando la cabeza dijo:


"Lázaro, engañado me has: jurare yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres.""No comí -dije yo-más ¿por qué sospecháis eso?"

Respondió el sagacisimo ciego:


"¿Sabes en que veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas." , a lo cual yo no respondí.

Reíme entre mí y, aunque muchacho, noté mucho la discreta consideración del ciego.

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